El lopezobradorismo, sin pedirle permiso a nadie, se ha ganado su propio espacio dentro del universo de las «benditas redes sociales», un espacio que los medios tradicionales durante su larga hegemonía siempre les negó. En el terreno de las redes sociales, aquellos que simpatizan de una forma u otra con la 4T aventajan, por mucho, al conservadurismo:
• Cuentan con el ejército de cibernautas más popular e influyente, además, con una buena dosis de lealtad hacia su líder nacional, que su trabajo les ha costado impulsar a la presidencia de México.
• A diferencia del conservadurismo, el sector más duro y más numeroso del lopezobradorismo no es dado a meterle dinero a las redes para tratar de aumentar su popularidad. Una, porque no cuentan con ese recurso, y dos, porque no está en su naturaleza el ser corruptos, perversos y sinvergüenzas (como los conservadores comprenderán).
• Y claro, quienes simpatizan con la 4T se la llevan, por mucho, en cantidad de usuarios contantes y sonantes.
Si bien los mexicanos que se identifican más con el conservadurismo son minoría, también hay que saber que el conservadurismo en todo su conjunto cuenta con capacidad para producir una buena cantidad de patrañas (hoy está de moda decir «fake news»). Son minoría pero cuentan con muchos recursos económicos y, además, como todo mexicano lo sabe, suelen ser seres humanos muy perversos. Que nadie dude que esa perversidad que se cargan también la sabrán aplicar en el terreno de las redes sociales.
Un acierto de la 4T es que la gran popularidad de la que goza en redes sociales es una popularidad naturalmente orgánica. Y eso les da de sobra para cuidar y defender al presidente. Con todo y que no son perfectos, los seguidores de López Obrador, cotidianamente logran repeler y darle la vuelta a todo ataque que vaya dirigido hacia los proyectos de la 4T. Si hay alguien que conoce muy bien las andanzas del conservadurismo mexicano ese es el lopezobradorismo, que lleva muchos años enfrentándose a la simulación y a las sinvergüenzadas de los conservadores, grupos de poder y prianismo, que mal gobernaron a México por los últimos 30 años (para no irnos muy atrás).
El punto es que si López Obrador no contara con un ejército de millones respaldándolo todos los días, ya los medios de comunicación tradicionales se habrían convertido en los dueños absolutos de las redes sociales. Y eso, en términos reales, abriría las puertas de nueva cuenta al retroceso; en otras palabras, abriría las puertas al regreso del conservadurismo (hoy está de moda decirle «neoliberalismo»), que volvería con toda su caballería a implantar un México sin identidad y sin dignidad, un México que a ellos solo les sirve para venderlo al mejor postor.
Un peligro latente es que se llegase a un punto en el que las «fake news» pudiesen alcanzar a tener más influencia en las redes y, peor aún, que sean las «fake news» quienes empiecen a moldear la forma de pensar de millones de mexicanos.
Marco I. Dávila C.
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