Vía @Milenio
Todo el tiempo escucho historias de terror sobre lo que nos espera con Andrés Manuel López Obrador.
Que si va a arruinar al país, que si es una locura lo de la descentralización, que si no debería estar poniendo a votación lo del aeropuerto. Que si como no va a tener contrapeso en el Congreso se va a convertir en el peor de los dictadores, que si le está faltando al respeto a los gobernadores al poner “virreyes”. No, y espérese. Ahora resulta que El Peje es intransigente, que no soporta las críticas y que se peina muy feo.
En resumen, el señor es el diablo y todo está mal.
¿Le digo la verdad? Creo que hay mucha incertidumbre en la nación y que este larguísimo periodo de tiempo en el que transitamos de una administración a otra no ayuda. Se presta para cualquier cantidad de chismes, para la desinformación, para la divulgación de rumores.
Tan sencillo como esto: de seguro usted, como miles de familias mexicanas, trabaja en el gobierno o tiene a alguien que trabaja en el gobierno o conoce a alguien que trabaja en el gobierno.
¿De casualidad no le han contado sus preocupaciones?
Aunque el señor López Obrador y su equipo declaren lo que declaren, muchos de ellos están desesperados porque suponen que les van a bajar los sueldos, que les van a quitar prestaciones y que hasta los van a obligar a llevar sus propios rollos de papel de baño a la oficina.
Esto, en el remoto caso de que no estén angustiadísimos imaginando que los obligarán a mudarse de Ciudad de México a la península de Baja California o incluso a divorciarse y a separarse de sus hijos porque sus parejas trabajan en otras instancias de gobierno que se trasladarán a otros rincones de la nación.
El fenómeno no es muy distinto en la iniciativa privada. No creo ser el único que se la pasa oyendo quejas de gente que asume que como la administración de don Andrés Manuel ahorrará en muchas cosas, dejará de invertir hasta en Bubulubus condenando la miseria a mil y un industrias.
Y, por consiguiente, dejando sin empleo a millones de familias que terminarán en la ruina. Mire, aquí hay un tema que tiene que ver con nosotros, que tiene que ver
con comunicación. Por un lado, venimos de una época muy violenta de guerra informativa, especialmente en las redes sociales. Nos acostumbramos al conflicto, a estarnos peleando. Nos acostumbramos a pensar en puras catástrofes para hacer “clic” con los demás.
Por el otro, no tenemos otra cosa de qué hablar. El cierre de la administración de Enrique Peña Nieto no está dando nota. Ni buena ni mala. Es como si ya hubiera terminado. Resultado: tenemos más de tres meses de suspenso, más de tres meses para imaginar solo lo peor. ¡Y luego con esta profunda necesidad de bronca!
Creo que así como hemos mejorado tanto en la lectura y manejo de fake news (noticias falsas), debemos mejorar, aprender a manejar la incertidumbre y, lo más importante de todo, prepararnos para el cambio.
Más allá de que se trate de López Obrador, siempre que comienza y acaba un sexenio las cosas se mueven. Hagamos que se muevan para bien. ¿Cómo? Estudiando, trabajando, ahorrando, anticipando. Ya nos la sabemos. En lugar de hacerle al chisme, hagámosle al cambio. ¿O usted qué opina?
¡atrévase a opinar!
alvarocueva@milenio.com
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