El 7 de abril de 2005 la mayoría en la Cámara de Diputados (PRI y PAN, aliados) votó por el desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel Lopez Obrador, con 360 votos a favor, 127 en contra y dos abstenciones. Se trató de una maquinación del presidente Vicente Fox, con la complicidad del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Azuela, para sacarlo de la carrera por la Presidencia.
Un editorial de The Washington Post señaló que esa no sería una forma lícita de inhabilitarlo; si sus rivales no lo querían en la Presidencia, deberían derrotarlo en las elecciones. A ese editorial siguieron otros de los medios internacionales, en el mismo sentido, mientras la chayocracia nacional clamaba que además de desaforarlo, fuera sometido a proceso penal. El litigio surgió por un camino que fue abierto para dar acceso a un hospital. Fox se acobardó, no llevó el desafuero a las últimas consecuencias. Quisiera rescatar las palabras, al final de su alegato el que López Obrador se defendió ante la Cámara: ¿De cuándo acá los más tenaces violadores de la ley, los saqueadores, quieren aparecer como los garantes del estado de derecho? Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia. ¡Viva la dignidad! ¡Viva México!
Los capitulos que siguen de la historia son conocidos. Ayer, la misma Cámara de Diputados que en 2005 desaforó a López Obrador, sólo que ahora con una mayoría de su partido, Morena,con personajes como Mario Delgado, Tatiana Clouthier y Porfirio Muñoz Ledo, de algún modo evocó aquellas palabras de AMLO.
Trece años después, el PRI es chiquillería en el Congreso y el PAN está sumergido en la división y la corrupción. Es el juicio de la historia.
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