Por Leticia Puente Beresford
Nueva York, a 26 junio 2018.- La desalmada política migratoria de Donald Trump inició en su campaña para buscar la nominación del Partido Republicano, siguió con su candidatura a la presidencia y es hoy una triste realidad.
Su racismo hacia quienes tenemos una pigmentación de piel diferente a la de él es absolutamente cierto y pasa de sus cínicas declaraciones discriminatorias e inhumanas a los hechos trágicos.
Esta vez ha ido más lejos con su política antimigratoria de «Cero tolerancia», porque daña la parte más sensible de la sociedad y del pueblo estadounidense: el amor familiar y el amor al prójimo.
Esta política de Trump en contra de la migración sin papeles implica la separación de las madres de sus hijos e hijas y de los padres de sus esposas e hijos. Una tragedia repudiada por una parte importante de la población no sólo estadounidense, sino del mundo.
Son más de dos mil las niñas y niños separados de su progenitores y por ellos diversas organizaciones y grupos religiosos elevan la protesta, entre ellos The Salvation Army, que el 19 de junio dijo en un comunicado:
«The Salvation Army sostiene que individuos y familias en estado de necesidad tienen que ser atendidos con amor y compasión, y aquellos que están en posición de ayudar tienen la responsabilidad de hacerlo de manera que preserve la dignidad y humanidad de los demás”.
Agrega que separar a niños de sus padres en la franja fronteriza de los Estados Unidos, directa o indirectamente, en la política migratoria o en la práctica, lo cual sucede en este momento a miles de madres, padres, hijos e hijas, pone en oración a The Salvation Army para el bienestar y su rápida reunificación y para que esta práctica se detenga de inmediato.
Pensamos especialmente, dice la organización, “en el impacto que tiene la separación y el quebrantamiento de las familias en las niñas y los niños”, por lo que llama a los funcionarios federales para encontrar “una solución pronta a la reunificación y para prevenir que esta tragedia no se vuelva a repetir”.
Sin embargo, cínicamente, Trump culpa a los medios de comunicación de su fallido plan de «Cero tolerancia» a la migración indocumentada y del escándalo que desataron las imágenes de niños enjaulados, llorosos, angustiados por no ver y no saber en dónde está su familia.
Pero los medios, aún contra el mandatario, hacen su trabajo y publican la evidencia, y el dolor de los niños y niñas dio la vuelta al mundo a través de la televisión, en las redes sociales. Es la tragedia de las familias, que vienen a este país en busca de una tierra para que les permitan sobrevivir, de continuar su vida en paz, lejos de peligros e inseguridad, que llegan para conseguir el pan de cada día. Que vienen, en suma, para conservar la vida y para que ésta vida tenga algo de felicidad.
Trump, en una estrategia con tufo de mascarada, dio «marcha atrás» a la separación de familias, con propuestas igualmente crueles: mantener a las familias unidas… pero detenidas en cárceles militares; deportarlos inmediatamente sin derecho a juicio; o colocarles brazaletes electrónicos en los tobillos para que se reúnan con sus familias, ya que esto es más barato que construir albergues en zonas militares con un costo de dos a tres billones de dólares.
Mientras tanto, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza liberó este 25 de junio a 32 inmigrantes, hombres y mujeres, para que inicien la búsqueda de sus hijas e hijos en los cerca de 100 albergues y centros de detención de este país. Es decir, Trump desató un problema, con cálculo electoral, pero engendró otro, con cargo a los más desamparados.
Es evidente que este país tiene leyes migratorias obsoletas y requiere normas nuevas, más humanas, más comprensivas, que detengan el racismo del presidente en contra de México y América Latina, en contra de los más indefensos, niñas y niños que no pueden, no deben, permanecer lejos de sus padres, mucho menos enjaulados. Necesitamos volver al país de la oportunidad, al sueño americano.
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