Quiero a usted convocarla
y que usted con su mirada me convoque:
hay pueblo, digamos, en sus ojos levantando,
en su trajinar diario, en su “no más muertos en las calles”.
Digamos que usted, y todo es cierto,
es solidaria del amor que se hace pueblo,
y va gritando en su cariño
que no es posible la injusticia
y por eso me convoca a su lado.
Digamos, y eso es cierto,
que yo la convoco a usted,
no a un beso, sino a miles de besos
y tomados de la mano,
a alzar los ojos, a mirar y liberarnos,
– “¡no al tirano!”-,
y eso hace que el amor sea inquebrantable.
Salvador Pliego.
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