Hace poco leí lo que había leído antes, de seguro ustedes también lo han leído, que más de la mitad de la riqueza de nuestro país se encuentra en manos del 1% de la población. No es un hecho aislado, es reflejo del capitalismo que impera en el mundo.
El 99% sí importa, considero que importa más que el 1% de los rancios acumuladores de billetes. La naturaleza humana a pesar de ser competitiva no debería ser tan agresiva, homicida y obsoleta.
Pero hay otro 99% del que quiero hablar, es el 99% de militantes de Morena que sueñan con una transformación del país, el otro 1% se encuentra en este momento ocupado en registros para responsabilidades en territorios, algunos de ellos muy dignos, de otros sinceramente tengo mis dudas. Ese 99% de militantes y de simpatizantes tienen derecho a la defensa de un buen proyecto de nación. Yo decidí desde el inicio ser parte del 99% porque es dónde me siento mejor.
Nuestro país vive un neoliberalismo, pero no cualquiera, tal como lo dijo Taibo II alguna vez: “el neoliberalismo es pinche pero en México es pinchísimo”.
Muchos hablan de capitalismo como una novedad, otros como algo que hay que extinguir; es un modelo económico condenado a morir dicen algunos. En lo personal, pienso que los condenados somos nosotros y no el capitalismo que es protegido por el 1% de la población con más recursos. En donde evidentemente se pueden comprar lealtades y hasta gobiernos.
Dicen que debemos entonces abandonar el capitalismo ¿bueno, por qué no mejor abandonar el planeta tierra? Yo también quisiera que se pudieran abandonar los sistemas económicos de la noche a la mañana, tengo listas mis maletas, pero no es así. Lo que en definitiva sí podemos es transformarlo.
Preguntemos entre nosotros ¿hay países capitalistas con menor desigualdad que México? ¿Hay países capitalistas con menor índice de violencia? ¿Hay países capitalistas con mayor calidad educativa? Sí, sí y sí, lo que pregunten sí y también.
¿Por qué en nuestro país el sistema es más agresivo que en otros países? Por la impunidad y la corrupción que existe en todos los países, ciertamente, pero allá las leyes se diseñan para minimizar esto y aquí al parecer vamos en sentido contrario.
Es bastante duro ver tanta injusticia, ver tanto robo al despoblado, tanto cinismo. En nuestro país los ricos se hacen más ricos día con día, porque las leyes son una alfombra roja por la que tienen que pasar como aplanadora sobre el resto de la población pero atención, pareciera ser que nos quieren acabar, nos quieren matar y no. Este sistema básicamente está hecho para tener mucha mano de obra barata, siempre un repuesto al trabajador enfermo o al que se atrevió a iniciar la huelga. Este sistema te deja vivo, te deja comer, te deja tener lo mínimo indispensable, pero soñar ¡nunca!, los sueños, los pensamientos revolucionarios, las aspiraciones, eso no cabe en este sistema.
El PRI, PAN y partidos anexos se han dedicado a quebrar el espíritu del pueblo mexicano, nos han querido convencer de que no hay transformación posible, o te unes a ellos respetando sus reglas o te mueres de hambre. Y mientras intentas sobrevivir el que muere es tu espíritu.
Morena surgió como una oposición y como tal tiene la encomienda de al menos no dedicarse a doblegar el espíritu de quienes militan en él, lo correcto es “mandar obedeciendo”, nos dice Dussel, escuchar lo que el 99% de la población exige, demanda y necesita es lo mínimo que Morena debe hacer.
Por eso me atrevo a pedirles y a recordarles al 1% de responsables de Morena que no se olviden del 99% restante, los que requieren justicia en el país y los que fundaron un partido obligado a ser diferente. Por eso le pido al 1% de responsables que dadas las definiciones necesarias recuerden al 99% que trabajan por un proyecto de nación que transforme la realidad de un país donde todos y todas tenemos voz y además hemos esperado a usarla por casi 100 años.
Debemos poner al movimiento por encima de nuestras opciones de ascenso, de reconocimiento, de crecimiento personal, porque no está en juego el futuro del 1% sino el futuro de un país entero.
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