Que nos digan que el mercado de cohetes de San Pablito es “el más seguro de América Latina”, es como que nos digan que Enrique Peña Nieto es un estadista.
No es que la pirotecnia sea insegura, es que las autoridades están podridas. Si hubiera regulación, si no hubiera podredumbre en las instituciones la pirotecnia podría ser en verdad segura y, quizá sí, el mercado de San Pablito sería, en serio, el más seguro de América Latina. No es que, “probablemente”, haya habido un accidente con las brujitas, o las mechas, o la pólvora, o el descuido de algún fumador, sino que la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) dio por bueno (con mordida o sin mordida) a un mercado de cohetes destinado a sufrir, tarde o temprano, una reacción en cadena que acabaría con decenas de vidas humanas.
Duele la tragedia de Tultepec como duelen las tragedias cotidianas, “accidente” tras “accidente”, mal gobierno tras mal gobierno, mal presidente tras mal presidente, masacre tras masacre, crimen impune tras crimen impune, crimen de Estado tras crimen de Estado, agravio tras agravio.
Me niego a aceptar que el actual México “no tiene solución”. Me niego a aceptar que los mexicanos merezcamos un gobierno mediocre que sólo pone parches a los grandes problemas nacionales. Me niego a que México esté condenado a ser administrado por individuos que desprecian al pueblo, individuos indolentes, torpes, irresponsables y rateros. Me niego a tener que esperar grandes catástrofes con pérdidas de decenas de vidas humanas para ver que la corrupción mata. Me niego a que se quiera solucionar el dolor del pueblo con limosnas. Me niego a que el dinero de los mexicanos se tenga que ir por el caño de la corrupción para beneficio de unos cuantos y detrimento de las mayorías. Me niego a que México sea un paraíso para la impunidad y para los criminales de cuello blanco. Me niego a la indolencia, la indiferencia y la corrupción como formas de vida.
Lo de Tultepec fue una tragedia que pudo haberse evitado. Fue un ejemplo más de la descomposición política, institucional y social que se vive en México. Lo de Tultepec fue un crimen de Estado, un agravio más que se suma a la enorme lista de agravios contra el pueblo de México.
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