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CON AMLO SE ACABÓ LA FARAMALLA

Sobre el fusilamiento de Maximiliano, con justa razón, Juárez sostenía que no fue decisión suya sino del pueblo.

A menos de tres meses en el poder, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está librando varias batallas importantes: la batalla para “limpiar de corrupción al gobierno”; la batalla porque haya transparencia en los asuntos políticos nacionales, “transparencia para evitar simulación”; la batalla por la justicia para Ayotzinapa, para que “entre todos conozcamos la verdad”; la batalla para que ningún niño y joven se queden sin educación, “becarios, no sicarios”; la batalla para que se juzgue a los ex presidentes, “barrer las escaleras de arriba hacia abajo”, sólo por mencionar algunas.

No diré que AMLO sea “el Juárez del siglo XXI”, pero sí diré que entre Juárez y AMLO hay varias similitudes ineludibles y obvias, sin descartar que AMLO es gran admirador del “Benemérito de las Américas”. Entre AMLO y Juárez, tanto en las batallas libradas por Juárez como en las batallas libradas y por librar de AMLO, hay paralelos en ideología, en estrategia y hasta en resistencia física y mental. Juárez, al igual que AMLO, solía ser muy madrugador; Juárez, al igual que AMLO, tampoco era un fanático de la faramalla; Juárez también predicaba con el ejemplo, y los tiempos le obligaron a transmitir mensajes de aliento a la nación: “no podemos flaquear” dijo al pueblo en tiempos de barbarie. Y AMLO, como todos hemos sido testigos, desde sus campañas políticas siempre llamó a todos a “no perder la esperanza”. 

La lucha de los mexicanos junto a Juárez, fue para México “el comienzo de una grandeza que nunca acabará”. Hoy, en la lucha de los mexicanos junto a AMLO, orgullosamente podemos decir que somos la 4ta Transformación, la cual apenas ha iniciado. 

Finalmente, después de mucho tiempo, hoy México tiene un líder nacional con pantalones.

Marco I. Dávila

maidaca85@gmail.com

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