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Los debates son un show y ayer Andrés y su cartera fueron las estrellas

@tezcatlipunk

@radioamlo

Mi problema de calvicie empezó en el primer debate a la presidencia en 2006. Andrés Manuel siempre me había quedado a deber en este tipo de ejercicios y entiendo perfecto que su ritmo al hablar corresponde a la seriedad que le da a su palabra y que por ello piensa muy bien lo que va a decir pero ¿Por qué no darles un rayoncito a los rivales? ¿Por qué no usar la voz que le hemos conferido para decir las verdades que todos quisiéramos decirles a esos que quieren perpetuar nuestra miseria?

Anoche lo hizo ¡Por fin! Tal vez se requería un personaje como Anaya, un ser tan vil, tan bajo y tan engreído que hiciera que Andrés sacara el armamento pesado que le conocemos de aquel debate con Diego Fernández de Cevallos (maestro del Canallín). Armamento pesado es la ironía y la frescura que tiene Andrés para enfrentar la mentira del embustero y la abyección del entreguista. No quiero incluir el episodio de la cartera como parte de una respuesta pensada, es más simple que eso ya que es de lo más natural que cuando ves venir a un ladrón el acto reflejo sea proteger la cartera. Recordemos que los rateros más viles son los que roban al pobre y Andrés nomás trae 200 pesos y sus estampitas religiosas.

Y bueno, amanecí algo crudo después del debate y algunos post-debates. Escucho varias voces (de “opinadores” profesionales y de los amateurs de las redes sociales) que hablan del bajo nivel de los debates y de la poca “calidad” de los candidatos mexicanos. Es de risa. Pretender recibir información a profundidad en participaciones de 3 minutos resulta un absurdo. No es por presumir, pero ando en la tarea de obtener mi grado de Doctor en Ciencias y me cuesta muchísimo sintetizar en una ponencia de 20 minutos un fragmento de mi tema de investigación (eso sin interrupciones y sin oponentes que quieren hacerte pedazos y hablo por todos los candidatos). Los debates no son para eso y “la seriedad” que se solicita no se va a encontrar tampoco en estos ejercicios.

Sobre la “calidad” de los cadidatos, me pregunto cómo reaccionarían estos “opinadores” si vieran un debate a primer ministro del Reino Unido en donde participa Lord Cabeza de Cubeta o una marmota de Elmo.

Pero bueno, resumiré: Formato: Intento chafa de formato gringo, para qué tienes al público si los moderadores se van a llevar bastante del protagonismo de la noche (Anaya se quería llevar a lo oscurito a León ¿lo notaron?) y sus preguntas parecían pautadas si no es que lo fueron. Me hubiesen gustado en todo caso preguntas puntuales como – ¿Oiga muchachito, que en su casa no le enseñaron que decir mentiras es malo?

– Su pregunta es FUNDAMENTAL y EXCELENTE como el libro de León que me parece FORMIDABLE pero ¿cuánto tiempo tengo para responder la pregunta?

Anaya: Desesperado por sobresalir pero plagiando ideas, discurso y rematando con las clásicas mentiras.

Meade: No puedo decir nada de Meade, mi cerebro simplemente lo ignora aunque yo trate de concentrarme en lo que dice. No puedo.

Bronco: Pérdida de tiempo y de recursos.

Andrés: Gracias, aunque mi calvicie no tenga remedio, ayer mostraste esa parte que sabemos que tienes y que no habías explotado.

Propuestas: Para conocer las propuestas debemos hacer nuestra tarea como ciudadanos. Leer y analizar lo que cada uno de los candidatos propone y valorar nuestro voto en consecuencia.

Los debates son un show y ayer Andrés y su cartera fueron las estrellas.

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