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Declaración de los trabajadores de la Cultura de México

Por el resurgimiento de México

Nosotros científicos, académicos y artistas, convocados por el Observatorio Ciudadano de Coyoacán, llamamos a defender la nación que está en grave riesgo.

Estamos ante una encrucijada: continuidad o cambio. El neoliberalismo nos llevó a una emergencia humanitaria. La realidad fue contraria a las promesas: no desarrollo sino estancamiento, no bienestar y prosperidad sino pobreza y desamparo, no equidad sino creciente desigualdad. Lejos de ver por el país y ejercer la soberanía los gobiernos del PRI y el PAN  favorecieron la  desnacionalización y la acumulación privada de riqueza con su cauda de despojo, empobrecimiento y exclusión. Saldo de su corrupción, impunidad y violencia es el incremento de la inseguridad, asesinatos, desapariciones, desplazamientos…

            El desastre es reversible. Este año podemos cambiar el curso de la historia: librarnos del modelo neoliberal, recuperar el gobierno de manos de los poderes fácticos, abrir cauces de participación social y deliberación en la pluralidad que nos constituye, expandir al máximo las libertades… Las elecciones de julio son decisivas: emprendemos el camino de la recuperación o vamos a un colapso irreversible. Ese es el dilema

La responsabilidad es inmensa. Por eso nosotros, trabajadores de la cultura, convocamos a participar en la jornada electoral votando en conciencia pero también combatiendo  la coacción y compra del sufragio, el mal uso de recursos públicos y cualquier otro operativo defraudador.

La decadencia de México es económica y social pero también ética y sólo la revertiremos con el resurgimiento de la cultura. La cultura cura.

Cultura es todo lo que hacemos en tanto nos humaniza: ciencia y arte, pero también milpa y guisos, grafiti y esténciles, carnavales y tocadas, movimientos sociales y resistencias… Y México es un país de culturas ancestrales que sin embargo están enfermas. Lo está la cultura popular suplantada por los medios del espectáculo y lo están las comunidades de investigación y creación que trabajamos en ambientes sofocantes. Además de que en ciencia y arte hay cada vez hay más vocaciones femeninas pero con menos oportunidades que los varones.

Para algunos la cultura es vocación y oficio. Y los profesionales de la cultura tenemos problemas: hacemos cine, teatro y danza que poco se ven, libros que poco se leen, música que poco se escucha, obra plástica solo accesible si acaso en galerías y museos. El arte no tiene que ser elitista pero para que surja y llegue a las mayorías hace falta una política cultural incluyente que no tenemos. En el ámbito de las ciencias naturales producimos semillas que no se siembran y en general conocimientos que no se emplean porque estando a la venta la tecnología de las trasnacionales nuestra ciencia no es prioridad. Los científicos sociales hacemos diagnósticos que no se atienden y propuestas que se desechan. La investigación básica carece de apoyos suficientes y seguros de modo que los más talentosos se van. Carecemos de políticas científicas con visión estratégica pero nos atosigan con evaluaciones  inútiles.

La cultura es un derecho y para ejercerlo a plenitud necesitamos un cambio de rumbo y un nuevo de gobierno que haga de ella el eje rector del desarrollo social pues de otro modo el crecimiento de la producción no tiene rumbo ni sentido. La cultura es bien de primera necesidad y queremos un gobierno para el que sea prioritaria. Hemos padecido la cultura del poder necesitamos el poder de la cultura.

No somos pasivos: el nuevo rumbo lo trazaremos juntos sociedad y gobierno. Y somos críticos de modo que si se comprometen con la cultura los gobernantes encontrarán en nosotros apoyo pero también exigencia.

La comunidad cultural espera del gobierno del cambio:

  1. Fomento decidido a la ciencia básica y aplicada e impulso al desarrollo de tecnologías propias.
  2. Una verdadera Ley de cultura con visión democrática e incluyente.
  3. Reestructuración de las instituciones culturales, fortalecimiento de sus presupuestos y fin a la discrecionalidad en su ejercicio.
  4. Preservación del patrimonio cultural, histórico y arqueológico y freno a su mercantilización
  5. Defensa de nuestra diversidad cultural frente a las avasallantes y monopólicas industrias del entretenimiento.
  6. Fin al centralismo cultural y afirmación de las culturas regionales.
  7. Reconocimiento de las comunidades no solo como destinatarias sino como creadoras de cultura.
  8. Apoyo a los proyectos creativos en ciencias y artes.
  9. No a la precarización del trabajo cultural y derechos laborales plenos a quienes lo realizan.
  10. Desconcentración y democratización del espectro electromagnético de modo que comunidades y creadores tengan acceso a este y al concesionado.
  11. Acceso universal a internet.

Manos a la obra: emprendamos el cambio verdadero y recuperemos entre todos, pueblo y gobierno, el esplendor cultural que alcanzó el país en sus mejores momentos. No solamente la magnificencia de las civilizaciones mesoamericanas y la fuerza épica de los forjadores de la independencia, sino también el brillo intelectual del liberalismo decimonónico y la fecundidad creativa de la posrevolución.

Toda gran mudanza histórica trae consigo una gran transformación cultural. Es nuestra responsabilidad que el cambio que impulsamos, apostando por un Proyecto Alternativo de Nación en las elecciones de julio vaya acompañado de un gran renacimiento de la ciencia y el arte.

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